martes, 29 de noviembre de 2016

Postales para Oblit. 14. Este cuerpo es humano de Grassa Toro y José Luis Cano.



Este cuerpo es humano de Grassa Toro y José Luis Cano (Barcelona: Thule, 2009)
Querida Oblit:
Resulta que esta postal cierra mi participación en este ciclo de postales. Desde que comencé preferí no escribir siguiendo un plan preconcebido. Creo que eso le ha dado dinamismo a la correspondencia y fluidez a la selección. Sin embargo, muchas obras se quedaron en el tintero, quizás alguien me pueda reprochar tantas ausencias.
Cada libro que te he recomendado surgió al buscar ese día en mi biblioteca algo que me gustaría compartir contigo. El criterio fue muy variable: desde libros que me marcaron en mi infancia a lecturas que hoy comparto con mi hija, también obras que suelo leer en mis clases. En muchos casos descarté títulos que consideraba que ya conocías, bien porque hayamos hablado de ellos, bien porque doy por supuesto que a ti también te gustan.
Estoy muy contento con este intercambio. Me hiciste releer bastante y volver a disfrutar con álbumes que llevaba tiempo sin ver. También pude conocer tres libros de los que no tenía noticias y ver un autor con otros ojos. 
Pues bien, mi última recomendación es Este cuerpo es humano de Grassa Toro y José Luis Cano. Es un libro que me pone a pensar, que siempre es capaz de sacarme una sonrisa y que no se agota en sus lecturas (ni discusiones). Mucho ha pasado desde que leí su manuscrito. Sin embargo, creo que es un libro que gana con el tiempo. Si tuviera que buscar un género que diera cuenta de su contenido, creo que el más apropiado sería el de meditación. ¿Has vuelto a sus páginas?
Pues con este título y a la espera de tu última recomendación culmino este mes de postales. Muchas gracias por este contacto diario.
Un fuerte abrazo, g. 


domingo, 27 de noviembre de 2016

Postales para Oblit. 13 El libro del verano de Tove Jansson



El libro del verano de Tove Jansson. Madrid: Siruela, 1996.
Querida Oblit:
Estoy en cama y con fiebre. Hace frío en Madrid, lleva todo el día lloviendo y me resisto a levantarme de la cama. Me gustaría pensar que existe algo así como un libro curativo. Lo más cercano que se me ocurre es El libro del verano de Tove Jansson.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Postales para Oblit. 12. Goro Goro Miau de Shinta Cho y Érase veintiuna veces Caperucita Roja


Érase veintiuna veces Caperucita Roja de VVAA (Valencia: Media Vaca, 2006)

Goro Goro Miau de Shinta Cho. Barcelona: Glénat, 2007

Querida Oblit: 
Durante un tiempo me llamaron de muchas escuelas, centros de profesores y bibliotecas para que les hablara sobre literatura infantil y tolerancia. En vez de trabajar con la oferta editorial creada para satisfacer esta (muy lucrativa) demanda, comenzaba la sesión mostrando libros japoneses para niños. Generalmente, los participantes quedaban desconcertados con la selección. A menudo expresaban sus recelos: cuestionaban si los libros en cuestión eran literatura, dudaban que fueran capaces de despertar el interés de los chavales y, salvo contadas excepciones, manifestaban que estos libros no los tendrían en sus aulas. A continuación, mostraba un álbum de un ilustrador francés con una estética orientalizante basado en una leyenda nipona. Ese sí que les gustaba y consideraban adecuado para trabajar en clases.
Las cartas estaban sobre la mesa. Esta actividad introductoria evidenciaba nuestros prejuicios eurocentristas, la reducción que hacemos de la cultura del otro a una serie de tópicos, nuestra incapacidad de ver y comprender lo que el otro tiene que decir si no se amolda a nuestros esquemas y gustos, etc. Muchos participantes salían muy enfadados de la sesión. Algunos, en cambio, se acercaban para darme las gracias. Sentían que su forma de ver los libros para niños había cambiado.
Dos libros me marcaron especialmente. Érase veintiuna veces Caperucita Roja (Media Vaca) y Goro Goro Miau de Shinta Cho. Adoro estos libros. La primera vez que los tuve en mis manos sentí que mi forma de ver los libros para niños había cambiado. Es fascinante cómo algunos escritores e ilustradores japoneses ven a los niños.






miércoles, 23 de noviembre de 2016

Postales para Oblit. 11. El libro de los Guarripios


El libro de los guarripios de Arnold Lobel. Madrid: Alfaguara, 1985

Querida Oblit:
Conocí El libro de los guarripios antes que los limericks. De hecho, cuando una profesora de primaria nos habló de Edward Lear, yo lo tomé como un imitador de Arnold Lobel cuyos poemillas no tenían ni la mitad gracia de la de los protagonizados por estos cerditos. 
Es curiosa la memoria. Cuando visito pueblos como Brunete, Cabrales o similares, recuerdo estas disparatas rimas de Lobel (traducidas por el gran Miguel Azaola); versos que aprendí de muy niño en Venezuela. Entonces, Brunete o Cabrales sonaban como lugares mágicos.
Este es el tipo de libros que para mí constituye una forma de concebir y hacer literatura infantil que incomprensiblemente no ha tenido continuadores.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Postales para Oblit. 10. Los niños numerados

Los niños numerados de Juan Farias (Salamanca: Lóguez, 1996)

Querida Oblit:
Uno de los problemas más recurrentes en los libros para niños y jóvenes tiene que ver con la voz infantil. A menudo suele tener un torniquete similar al que escuchamos en los doblajes, suena a falsete o se escucha de fondo las palabras de adulto condescendiente. A los problemas de voz, hay que añadir los de perspectiva infantil. Qué difícil es ver con ojos de niños. Y cuán excepcional es hacer literatura a partir de allí.
Me fascina cómo Juan Farias es capaz de representar al niño. Ésta, sin lugar a dudas, es una de las mejores novelas que he leído. Un libro que me toca. Y más que por su temática, por su psicología.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Postales para Oblit. 9. Dasenka o sea, la vida de un cachorro


Dashenka de Karel Kapek. Valencia: Irta, 2008

Querida Oblit:

Hay libros que te atrapan por su intriga; otros, que te descubren cosas que ni siquiera sabías que existían; otros, que tienen el don de saber narrar; otros, que te cautivan por su belleza; los hay que te llevan a empacar y emprender el viaje y los que te obligan a enfrentar el dolor. A mí me fascinan especialmente aquellos que muestran desde una nueva perspectiva eso que tienes en frente y suele pasar desapercibido, que te revelan la maravilla escondido tras lo cotidiano.
¿Te has fijado cuántos acentos distintos hay en la portada de este libro?